El año pasado participé por primera vez, una experiencia inolvidable. Cantamos con el coro de San Nicolás en la basílica, y cada canción sumaba más peregrinos cantando con alegría. La misa fue muy especial, se sentía la emoción en el aire. Durante el almuerzo, servimos a los peregrinos, recibiendo sonrisas de agradecimiento. El día culminó con un show de las Cullen, donde bailamos con las chicas del Cottolengo Don Orione, experimentando una alegría pura. Agradezco a quienes hacen posible la peregrinación y espero volver este año.